martes, 26 de enero de 2010

El mito de la belleza

Hay una cara de la sociedad actual, que nos empuja hacia el consumismo desenfrenado, hacia la autodestrucción, hacia el materialismo.

Que nos hace convertirnos en una masa tuerta, que sólo dispone de un ojo para mirar hacia uno mismo y ciega el que es capaz de mirar hacia los demás.

Que nos conduce al individualismo, pero no a un individualismo sano, sino patológico, egoísta y posesivo. Esa cara de la sociedad- que bien se podría llamar Pandora, tal y como la llama Nach en uno de los temas que dejo en la sección de música y realidad social- nos empuja hacia el odio hacia nosotros mismos.

Tenemos que luchar contra eso. Tenemos que pensar en que el amado y odiado a partes iguales mito de la belleza, no es más que eso, un mito, una farsa. Cuando abrimos una revista de moda vemos a esas chicas delgadas y a esos chicos musculados se nos antojan Afroditas y Adonis, dioses y diosas venidos de otro mundo. Pero, en realidad, no son más que fantasías sociales. ¿Por qué son más perfectos esos modelos de revista que otras personas?.

Reflexionemos sobre el significado de belleza. La belleza no existe como tal. Abramos la mente. Observemos el arte y la historia.

No se me ocurre mejor ejemplo que las pinturas de ese genio del siglo XVI.Entre las obras de Velázquez, nos encontramos con toda una serie de seres atípicos, mal llamados monstuos, tales como enanos, gigantes y ancianos desdentados de curiosas proporciones.

¿Qué quería transmitir Velázquez con estas obras? ¿temor?. Cuando yo veo estos cuadros no me inspiran temor, ni morbo, sino que me parece que el motivo de estas obras fue el intento del pintor de mostrar la belleza en la fealdad y la fealdad dentro de la belleza.

Creo que inspiran una especie de paz al contemplar un equilibrio entre las dos percepciones en un mismo plano. Rubens, en el siglo XVII, veía la belleza en aquellas mujeres carnosas. Y si miramos a "Las tres gracias" es posible al comparar sus cerulíticas piernas con las esqueléticas de las modelos, nos demos cuenta de que lo que a sus ojos - y seguramente que a los de muchos de sus contemporáneos que se deleitaron con esas tres regordetas señoritas- era hermoso, hoy lo clasificamos como repugnante.

Podríamos pensar que quizás Rubens tenía un gusto atípico por las mujeres rellenitas. Pero viajemos más atrás en el tiempo. Si nos fijamos en las representaciones de la diosa Venus o Afrodita, en la cultura clásica, podemos ver un ideal de belleza que también dista mucho del que ahora dicta la sociedad. Está bien, hay quien podría rechistar con que estoy centrando mi discurso en épocas muy anteriores y que la sociedad ha evolucionado. A estos les contestaría que de eso se trata, de demostrar que la belleza no es algo objetivo, sino muy subjetivo y variable, por lo que realmente la belleza como tal no existe sino en el pensamiento de cada individuo. Sin embargo, por si este argumento carece de la fuerza necesaria, y admitiendo que los ejemplos que he puesto hasta aquí son anteriores al cambio de imaginario social (revolución industrial), seguiré erre que erre ejemplificando con ideales de belleza más cercanos en el tiempo.En los felices 20 la mujer perfecta era pálida de piel,delgada pero sin curvas y desgarbada.

El hombre de los años 20 era trajeado y repeinado. En los años 30 se diseñó a la señorita Betty Boop como representación animada de una sex simbol. Sus caderas, sus muslos y su busto son anchos.En los 50, Marilyn Monroe era el furor para los hombres como mito erótico y para las mujeres como modelo a imitar.Pues bien, la sensual artista usaba una talla cuarenta y cuatro. Es decir, que su despampanante cuerpo lucía las proporciones que tenemos la media de las mujeres europeas, y de las que tanto nos avergonzamos. Audrey Hepburn en esa época constituía toda una excepción y muchas veces se rumoreó que tenía problemas alimenticios. Hoy en día,según los falsos cánones de belleza que nos quieren vender a toda costa los medios de comunicación, le sobrarían aún un par de kilos para llegar a ser una chica diez. En 1988, la película semianimación-semirealidad "¿Quién engañó a Roger Rabbit?" fue todo un éxito en taquilla.De la protagonista de la que más nos acordaremos seguramente será de la imponente- aunque ficticia- Jessica Rabbit.

Una "dibu" que bien podría competir con nuestra amiga Betty por el puesto a miss pin up animada. Jessica era la representación de una mujer de pechos enormes, cintura diminuta y generosas caderas y muslos.

Sin embargo, hay un mensaje paradógico en este film en cuanto a lo absurdo de la belleza y la fealdad. La sex simbol animada estaba locamente enamorada de su marido, antihéroe, torpe, infantil, ridículo - aunque, eso sí, muy tierno- Roger Rabbit.

El conejo de ojos saltones enfundado en un peto y aficionado a las pajaritas desmesuradas, bien podría reflejar ante los ojos de su damisela ese equilibrio del que hablaba antes cuando mencioné los cuadros de Velázquez. Deberíamos pensar en los modelos que hacen que esa maldita obsesión por la belleza como algo objetivo se infiltre en nuestra socialización. Me refiero a Barbie, Ken y los Acction Man. Barbie fue la primera culpable de esa plaga de patroncitos en forma de juguete que nos meten en la dinámica del autorechazo cuando somos infantiles e inocentes retoños. Pues bien, si indagamos en la historia de miss plástico, observaremos que desde los años cincuenta Barbie (antes llamada Lilli) ha sufrido grandes cambios en su forma física. Y todas ellas, según qué época, eran bellas. Creo que llegados a este punto, no os quedará más que reconocer que la belleza es un mito, una invención y que no tiene porqué convertirse en una psicosis autodestructiva ni en una señal para etiquetar tal cuerpo como agraciado y tal como desgraciado, porque si dejamos que la caza de brujas de semejante ridiculez nos alcance, una plaga de patologías como la bulimia, la anorexia, la depresión y la falta total de autoestima terminarán con el mundo occidental. Si alguien quiere indagar más a fondo sobre el tema del mito de la belleza, recomiendo la obra del mismo título de la escritora Naomi Wolf y "Bueno para comer: enigmas de alimentación y cultura" del antropólogo Marvin Harris.

Publicado por Anita

No hay comentarios:

Publicar un comentario