miércoles, 27 de enero de 2010

La locura de regalar

En Navidad, el acto de regalar no sólo es un rito social que despierta emociones, sino un fenómeno económico que mueve grandes sumas de dinero. ¿Qué hay detrás de esta costumbre tan arraigada y tan poco estudiada?

Cada ciudad tiene sus costumbres navideñas, pero hay una que está presente en todas las ciudades: las compras de Navidad. Ni la crisis logra detener a las multitudes que llenan los centros de compras buscando un trocito de felicidad para los seres queridos. Y el dinero para los obsequios sigue fluyendo, aunque no todos los regalos son siempre bienvenidos.

Berlín se transforma en un gran centro de comprasHace días que en Berlín se vive un clima de tensión. La gente mira con avidez los escaparates y hace cola en las cajas de las tiendas. Escenas que comienzan con tranquilidad, como todas las mañanas, para pasar, llegado el atardecer, cuando están por cerrar los negocios, a convertirse en un gran tumulto. Es la compulsión a comprar que se manifiesta en las semanas de Adviento, casi un mes antes de la Navidad.

En medio del gentío, el sociólogo Friedrich Rost observa en el patio de compras más grande de Alemania, el Tauentzien de Berlín, la locura masiva de regalar. “Sin regalos no hay Navidad”, dice el científico de la Universidad Libre de Berlín, que investiga hace años el fenómeno de regalar y de recibir regalos. “El regalo es importante porque es una expresión de aprecio que uno no se daría a sí mismo. Eso, si el obsequio tiene éxito. Claro que hay regalos que no producen ese efecto, y que provocan desilusión. Pero en sí los regalos son el símbolo visible de una relación. Y para los sociólogos, las redes que lo rodean -quién le regala qué a quién- son muy interesantes”, relata Friedrich Rost.

Si se analiza en profundidad, el acto de regalar hace muy feliz a quien lo lleva a cabo. Friedrich Rost, que se ocupa hace veinte años de estudiar este gesto, propone la siguiente tesis: el dar voluntariamente inhibe la agresión y distiende situaciones conflictivas. Regalar es, según el sociólogo, una actitud social que tiene el poder de instaurar algo impagable: la confianza primigenia.

“Eso sucede porque también el otro es tenido en cuenta. No es un acto egoísta, ni pensado para sacar ventaja. Tiene en cuenta a la otra persona”, señala Rost. Y de eso tenemos que ser concientes cuando regalamos algo a alguien, ya que, junto al árbol navideño, somos algo así como las tropas de paz de la familia, y tenemos la posibilidad de zanjar antiguos conflictos. Es decir que obsequiar es algo así como una misión de paz. Y por eso, deberíamos no sólo hacer regalos a nuestros amigos, sino justamente a nuestros enemigos o adversarios.

“Se trata de gestos de amabilidad a fin de lograr un buen clima para poder conversar. Exactamente como cuando alguien a quien conocemos poco nos invita a casa y le llevamos un ramo de flores, una señal de que deseamos contar con su simpatía”, dice el investigador.

¿un buen regalo?Origen de una antiquísima tradición. Hasta el día de hoy, se sabe muy poco acerca del origen, del significado y de los porqués del acto de regalar. Al fin y al cabo, es un tema muy poco tenido en cuenta por los investigadores. En el hecho profano de obsequiar se ocultan muchos códigos, actitudes y hasta convenciones culturales, además de malentendidos de la vida cotidiana.

“Una de las raíces está seguramente en la hospitalidad, y otra en el cuidado de la descendencia, y, principalmente, en la conquista de la pareja. También en las ofrendas religiosas, por lo que hay partir de que es una actividad muy compleja, que, antropológicamente hablando, se extendió tempranamente, y que estaba relacionada más que nada con la experiencia de realizar alianzas”, explica Friedrich Rost.

El acto de obsequiar es un dar y un recibir, es decir, un obrar mutuo que despierta sentimientos infantiles como la alegría, y el apreciar y sentirse apreciado. Y también la sorpresa.

Fenómeno económico y alienaciónPero los economistas lo ven de otro modo. El experto británico Joel Waldfogel, por ejemplo, ve en los obsequios un “fenómeno de locura económica” que todos los años causa tanta destrucción como un huracán. El economista no enfoca su visión en el acto simbólico de hacer las paces, sino que habla de alienación. Según sus investigaciones, cada alemán gasta 700 euros en promedio para las Fiestas, a menudo con dudosos resultados. Los suegros, seguidos de los abuelos, tíos, hermanos y padres se equivocan casi siempre en la elección de los regalos. La suma de las compras erróneas asciende a 70 mil millones de euros, según el resultado de sus investigaciones.

Y cuando llega el momento cúlmine de las celebraciones de fin de año, ya finalizado el ataque a las tiendas, y cuando se acabó el tiempo para las compras de último momento, si entonces alguien todavía no tiene nada que regalar, no hay que preocuparse. Ya que, como nos consuela un experto en el tema, Friedrich Rost, también hay regalos que no se pueden adquirir por medio de dinero, y que valen más que lo que ofrecen los centros de compras.

“No se trata de regalar cualquier cosa. Eso seguramente es un error. Pero, por el otro lado, hay que tener bien en claro que uno sabe muy bien cuándo llegará la próxima Navidad, por lo cual es extraño que se acuerde tan tarde de que hay que comprar regalos. Se puede regalar también tiempo para escuchar al otro, para estar con el otro, un vale para que la persona que queremos se compre lo que le gusta, o una actividad que podamos realizar juntos. Esa, pienso, sería una solución eficaz”, concluye el sociólogo.

El acto de regalar es un ritual: desenvolver lentamente los paquetes, alegrarse, todo eso tiene que ver con ese juego. Pero hay que respetar ciertas reglas tácitas: no mostrarse desilusionado por un regalo poco interesante es una de ellas. Ya que, y de esto el sociólogo está totalmente seguro: quien rechaza un regalo, hiere a quien regala. Y ahí se acaba la paz debajo del árbol de Navidad.

Publicado por marta.gil

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