miércoles, 16 de diciembre de 2009

cuestionamiento de la democracia

El nombre de la democracia se está poniendo en tela de juicio, y esto ha sido posible por la intervención, deliberada o inconsciente, de la activista Haidar en todos los medios de comunicación habidos y por haber.

Al son de este asunto, se escuchan dos voces contrarias: una, que es parecida a la que comparte el presidente Zapatero, que consiste en obviar la cuestión por carecer el tema de obligatoriedad competencial y, así, desviar sutilmente dicho acontecimiento a manos de Marruecos, y otros, que tienen una ética algo más acentuada que los anteriores, reclaman la actividad diplómatica por parte del gobierno español para solucionar la situación más que crítica que esta señora saharaui padece, orientada al retorno de su persona a la tierra de origen en la que ella exige estar. Este ala ensalza la figura humana de este suceso, pues el estado físico de Haidar es cada vez más lamentable, aunque no así sus facultades psíquicas.

Estas dos posturas pivotan sobre un mismo polo: el sonado conflicto marroquí con el Sáhara. Los de la primera opinión, alegan que ese problema no atañe a España; es más, este emergente e inesperado suceso perjudica seriamente la estabilidad de nuestro país, y, por lo tanto, debería ser tratado como un hecho marginal dentro de todo el conjunto de temas que ya incorpora la agenda política (que no pública).

Bajo mi punto de vista, ¿no somos nosotros, los españoles, quienes nos metemos en una guerra (perdón, guerra preventiva) en la que nada tenemos que ver para ayudar a los Estados Unidos hacia la consecución de sus fechorías? ¿Y eso, al pueblo español, en qué nos afecta? ¿ALGUIEN nos ha preguntado si estamos a favor de la presencia militar española en otros lugares del mundo? Hace 23 días una activista saharaui cae en territorio español, en Lanzarote exactamente, ¿por qué la reivindicación a través de una huelga de hambre que promueve ésta nos hace sentir tan incómodos a los españoles? ¿No se llenan los dirigentes políticos la boca de buenas palabras afirmando férreamente una aldea global que nos incumbe a todos desde una lógica planetaria? Entonces, ¿por qué cuando lo tenemos enfrente no tratamos de aprovechar la "oportunidad" de cercanía que se nos permite para ejecutar esas buenas obras de las que continuamente alardeamos y lleváramos a cabo esas buenas voluntades, las cuales son el alfa y el omega de la existencia de la ONU?A veces, recuerdo que aluien dijo que la política es simple retórica...

Publicado por Laura Izquierdo

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