...me reencuentro con la universidad. Es la primera semana de clase. Como todos los años me invade un espíritu de superación. "Este va a ser mi año" pienso. "Mi año" suele quedarse siempre en cumplir el expediente, con alguna excepción o asignatura (pueden ser llamadas de las dos formas) en la que realmente disfruto y aprendo.
Me dirijo al aula 201, me espera Sistema Económico Mundial. Así de primeras parece una asignatura vital para cualquier persona que quiera ser, al menos, un sociólogo formado. Por esto la elegí a conciencia, no es una asignatura que cuadraba en el horario. Bien, el primer día y entro tarde. Apenas me he sentado y el profesor me bombardea de buena gana: "¿Y tú? ¿De dónde eres?". Tras asimilar mi rápida entrada pienso mal; tras mi experiencia en la facultad las formas coloquiales del profesor en los primeros días de todos los años me echan para atrás, las primeras apariencias no suelen funcionar, y no duran todo el año. Con el paso de un rato parece que las buenas maneras se mantienen, me siento a gusto: nadie juzga.
Carballo propone que nos pongamos por grupos y que nos comuniquemos, supongo que para romper las barreras del primer día y de nuevos compañeros. Tenemos que hablar.
El tema central que debe dirigir nuestros diálogos son nuestras experiencias académicas, buenas y malas. No me llevo muchas sorpresas. Parece que todos pensamos igual, todos percibimos los defectos del sistema en el que hemos crecido (o acabamos de conocer, como algunos compañeros), todos buscamos algo similar, todos encontramos lo mismo. Como conclusión principal y particular sobre lo hablado las relaciones sociales son un punto fuerte del inicio de la vida universitaria, ahora si, grupo de pares verdadero. Las mismas inquietudes e intereses nos ayudan a sentirnos más a gusto con el nuevo entorno. A su vez, compartimos la mayoría de sensaciones negativas, y es que parece que la administración pública ha sido invadida por una desidia que desemboca en los estudiantes, ya de por si, poco motivados. Ni los encargados de organizar la educación ni de impartirla, sienten ese espíritu ilustrado que de desprende de la palabra UNIVERSIDAD-¡Con lo que significa el sagrado término para la generación de mis padres!-. Bolonia, el frío, la formación magistral y los profesores que no quieren enseñar, los exámenes para olvidar...También nos pide alguna alternativa, algún remedio...uff. ¿Qué puedo decir yo? Por mi haría las clases a mi medida. Estaría bien que empezaran por oír la voluntad general de los estudiantes, estan mas sordos que una tapia, o, mejor, han encontrado de donde pueden limpiar dinero mientras sigan en su cargo. Los cambios significan inversión, la inversión significa sacar una propinilla, así cualquiera escucha. Las posiciones académicas no pintan mucho más, la economía ruge, tiene hambre: La rueda sigue girando.Al menos, pensando en positivo, he aprendido a moverme por esta selva, aunque nunca sepas a ciencia cierta que bichos se esconden en ella.
Publicado por Sandrasuasa
Hace 2 años
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